El malentendido entorno a la televisión viene sin duda de su evolución, que algunos enfatizan y otros ignoran, hemos pasado de una televisión con una función referencial a una televisión que no se limita a reproducir objetivamente la realidad si no que construye su propia realidad.
Casi todos la llaman "telebasura", pero en realidad muchos no saben de lo que están hablando.
El gusto por el disparate, la moda por lo grotesco viene a dar forma a esta estética del descuida.
El discurso de la televisión oscila entre una vocación formativa y una tendencia a la evasión, entre una orientación eufórica y una tentación de la violencia. La telerrealidad es una ilustración perfecta de esta transformación radical de la realidad representada, con la creación de una realidad que ni es del todo documental, ni tampoco exactamente ficticia.
La telebasura está vinculada a un macrogénero y a la aparición de nuevos formatos.
Retoma, trivializándolos, géneros periodísticos tradicionales, los integran a programas-contenedores y concursos, con fines de entretenimiento, no sin a veces, pretensiones sociológicas.
Sus contenidos se centran en lo que se ha llamado referentes fuertes, de acuerdo con las famosas tres "S": sexo, sangre, sensacionalismo.
Se caracterizan por una deriva hacia temas del ámbito de lo íntimo, lo secreto, lo tabú, reflejando un desplazamiento y una dilución de las fronteras entre lo público y lo privado: una tendencia a publicitar lo privado, pero también una tendencia a privatizar lo público.
El tratamiento llama la atención la "sobrexposición" a la que se ven expuestos estos objetos y sujetos.
La práctica comunicativa de la telebasura denota una degradación de la categoría de lo informativo: la utilización de técnicas y géneros periodísticos con fines espectaculares, mediante dramatización o trivialización; la producción de una actualidad paralela a la actualidad "objetiva", sin duda debido al desgaste de ésta última.
Esto lleva consigo la institucionalización de prácticas degradantes que sustituyen el grito al debate, anteponen a la dialécticas de las ideas, se traduce como la aparición de nuevas formas narrativas, basadas en la espectacularización y ficcionalización de lo cotidiano, acompañadas por fenómenos de hibridación entre géneros y de confusión entre categorías, que pueden resultara peligrosos en cuanto cuestionan distinciones fundamentales para los niños en su proceso de aprendizaje.
El punto de vista enunciativo, es patente la potencia de un "habla profana" la del espectador anónimo por oposición al experto y al famoso, instituyendo una falsa democratización del discurso.
La espectaculación se caracteriza por una tendencia al exceso predominio de lo imitativo sobre lo creativo, lo que no deja de ser preocupante, también, desde el punto de vista educacional.
El aspecto ético, se desenvuelve en un universo de valores donde ha desaparecido toda jerarquía todo lo imperativo moral, y e difuminan tanto las categorías éticas como las estéticas.
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